La frecuencia cardiaca es el número de latidos que el corazón registra en un minuto, es decir, las veces que se contrae durante este tiempo. El corazón, para llevar con efectividad la sangre a todos los órganos, necesita una presión arterial determinada y una frecuencia cardiaca adecuada.
La frecuencia normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por minuto. La frecuencia cardiaca puede variar de la mañana a la noche por diferentes factores como la actividad física, los niveles de ansiedad, el consumo de fármacos, alcohol y tabaco, la posición corporal y las condiciones ambientales. Por la noche, durante el sueño, disminuyen las necesidades de oxígeno del organismo y, con ello, los latidos del corazón.
El ejercicio físico y situaciones de estrés hacen que la frecuencia cardiaca sea más alta, variando en cada persona. Suele ser más elevada en personas jóvenes y va siendo más baja conforme se avanza en edad.
Lo mejor es tomar la frecuencia cardíaca en reposo, que es la que bombea la menor cantidad de sangre necesaria, porque no está haciendo ejercicio. Debe tomarse a primera hora de la mañana, después de una noche de sueño reparador, tumbado de espaldas y en ambiente templado y tranquilo, sin distracciones. ambiente templado. Se debe evitar consumir cafeína o excitante (bebidas de cola, café, etc.) en las horas previas a la medición.
Una frecuencia cardíaca inferior a 50 es común en personas muy activas o que realizan mucha actividad física porque su músculo cardíaco está en una mejor condición y no necesita trabajar tanto para mantener un latido estable. En otras ocasiones, se debe a la acción de determinados fármacos, como los betabloqueantes.
Una frecuencia cardiaca más alta de lo normal, no supone ningún riesgo, si los latidos son acompasados y regulares; podría deberse a un sobreejercicio o consecuencia del estrés. Ajustar las pautas de físico y controlar el estrés, serían las medidas más efectivas para bajar la frecuencia cardiaca en reposo alta. En presencia de arritmias, frecuencias más altas de lo normal, deben ser valoradas por el médico.
Hay estudios que han demostrado que la frecuencia cardiaca elevada en reposo se asocia con la morbimortalidad cardiovascular como factor de riesgo independiente (favorece la aparición y progresión de aterosclerosis, como en el desarrollo de una placa inestable y ruptura de la misma) y la disminución de la frecuencia se asocia a beneficios en insuficiencia cardiaca congestiva, infarto de miocardio, fibrilación auricular, obesidad, hiperinsulinemia, resistencia a la insulina y aterosclerosis.
Para mantener una frecuencia cardiaca normal es aconsejable realizar ejercicio físico de forma regular. Se estima que, cada 1-2 semanas de entrenamiento aeróbico, podríamos conseguir una reducción en la frecuencia cardiaca en reposo de un latido por minuto. En algunos casos está indicado el uso de fármacos para reducir la frecuencia cardiaca, que también se utilizan para el tratamiento de la cardiopatía isquémica (infarto o angina de pecho) o la insuficiencia cardiaca.
Recomendaciones para controlar la frecuencia cardiaca:
- Practica ejercicio físico de forma regular, como caminar, correr o montar en bicicleta.
- En caso de obesidad, pierde peso, con dieta equilibrada y ejercicio regular, para que el corazón trabaje menos.
- Reduce el estrés, con técnicas de relajación y de control de la respiración o actividades como el mindfulness, el yoga y la meditación.
- Abandona el tabaco, además de bajar la frecuencia cardiaca, mejora tu salud cardiovascular y general.
- Consulta a tu médico si tu frecuencia cardiaca es demasiado elevada o demasiado baja y notas, especialmente si te debilitan, marean o provocan desmayos.
Medir la frecuencia
Puedes conocer tu frecuencia cardiaca de manera rápida y sencilla:
- Pon el dedo índice y el dedo medio entre 1 y 2 cm por debajo del pliegue de la muñeca, justo por debajo de la base del pulgar, ejerciendo una leve presión.
- Al sentir el primer latido, cuenta cuántos se producen durante 30 segundos y multiplica el resultado por 2. Si el pulso es irregular, se debe contar el número de latidos durante sesenta segundos.
Muchos de los aparatos para medir la presión arterial, miden también la frecuencia cardiaca.
Igualmente, puede recurrirse a dispositivos como medidores de frecuencia cardíaca que se colocan en el dedo o los pulsómetros que usan los deportistas.
Concepción Fernández
Actualizado junio 2023