Se define muerte súbita cardiaca a la muerte súbita natural, presuntamente de causa cardiaca, que ocurre dentro de la primera hora del inicio de los síntomas en casos presenciados, y dentro de las 24 horas posteriores a la última vez que se vio con vida, cuando no fue presenciado. Algunas personas llegan a tener síntomas poco antes del evento, pero, para considerarse muerte súbita, se requiere que los síntomas tengan menos de una hora de duración.
Representa aproximadamente el 50% de todas las muertes cardiovasculares, siendo hasta el 50% la primera manifestación de enfermedad cardiaca.
La muerte súbita es un problema de salud público a nivel mundial; en España se producen 30.000 casos al año, cerca de 15.000 intentos de reanimación por parte de los servicios de emergencia y varios millones de casos en todo el mundo. La incidencia de muerte súbita aumenta notablemente con la edad y con mayor incidencia en los hombres, incluso con el control adecuado de los factores de riesgo cardiovascular.
Síntomas
Por lo general, la muerte súbita cardiaca se produce sin síntomas previos. Las personas con muerte súbita pierden en primer lugar el pulso, a continuación, el cese inmediato de la perfusión cerebral hace que se pierda la conciencia en unos segundos, con ausencia de respuesta ante cualquier estímulo, dejan de respirar y si no reciben tratamiento inmediato, pérdida del tono habitual de la piel, que se vuelve azul violáceo. A veces, los pacientes pueden notar una aceleración de los latidos del corazón, dolor de pecho, dificultad para respirar o mareos y/o estar precedida por desmayos, lo que les alerta de un problema cardíaco potencialmente peligroso. En ocasiones, la persona ha presentado estos síntomas con anterioridad y no ha consultado.
Si esta situación no se resuelve de forma precoz, se dañarán severamente el cerebro, el corazón y finalmente el resto de los órganos, produciéndose la muerte al cabo de unos minutos.
Causas
La causa más frecuente de muerte súbita cardiaca es la fibrilación ventricular, arritmia cardiaca que hace que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, por lo que deja de latir.
En los adultos la causa más común de muerte súbita es la enfermedad coronaria (80%), en su mayoría infarto de miocardio, provocada por una obstrucción de las arterias coronarias, consecuencia de algunos factores de riesgo como la obesidad, la presencia de hipercolesterolemia y/o de diabetes, hipertensión arterial, el tabaquismo y el sedentarismo. Un 20% de los infartos se presenta con muerte súbita, ocasionada por arritmias malignas.
En muchos casos, se presenta en personas con factores de riesgo cardiovascular para cardiopatía isquémica, no detectados a tiempo por falta de controles o en personas consumidoras de sustancias de abuso. El control de estos factores de riesgo y la prevención de cardiopatía isquémica son las principales medidas para reducir la incidencia de muerte súbita cardiaca en la población general.
El 15-20 % restante se da en personas jóvenes, en el contexto de cardiopatía estructural conocida o no, ya sea congénita o adquirida (miocardiopatía dilatada, displasia arritmogénica del ventrículo derecho, miocardiopatía hipertrófica, cardiopatías adquiridas de origen valvular, coronaria o hipertensiva) y en canalopatías, enfermedades que afectan al funcionamiento eléctrico del corazón (síndrome de Brugada y el síndrome de QT largo o el Síndrome del QT corto.).
Por todo ello, podemos considerar 3 grupos de riesgo:
- Pacientes con factores de riesgo para cardiopatía isquémica, sin diagnóstico de enfermedad coronaria.
- Pacientes diagnosticados de alguna cardiopatía adquirida o congénita. Un porcentaje considerable de pacientes que han sufrido un infarto del miocardio tiene disfunción ventricular izquierda, con alto riesgo de arritmias ventriculares.
- Supervivientes de un paro cardiaco súbito o con antecedentes de arritmias ventriculares o síncope secundario a arritmias ventriculares.
Es muy importante identificar a las personas con alto riesgo de muerte arrítmica ya que se pueden beneficiar del implante de un desfibrilador automático implantable (DAI), dispositivo que administra impulsos eléctricos o, ante la presencia de arritmia, una descarga, para restablecer el ritmo cardíaco normal y evitar que se desencadene la muerte súbita (prevención primaria).
Tratamiento
El único tratamiento eficaz es la desfibrilación temprana e iniciar la reanimación cardiopulmonar básica temprana, antes de la llegada del médico de emergencia; cada minuto que transcurre conlleva un 10% menos de probabilidad de supervivencia con buena recuperación neurológica. Hasta uno de cada tres pacientes dados de alta después de una parada cardiaca, presenta secuelas neurológicas importantes, con alto grado de dependencia y estado vegetativo persistente, que requieren largas estancias en centros de rehabilitación y mal pronóstico vital. Si no hay desfibrilador disponible, una vez dada la voz de alarma y solicitado ayuda (112), se deben iniciar las compresiones torácicas, sin descanso, hasta la llegada del equipo médico.
La desfibrilación consiste en administrar al corazón una descarga eléctrica controlada, que ayuda a reiniciar la actividad del corazón y recuperar su ritmo habitual. La utilización de desfibriladores externos automáticos y las maniobras de reanimación cardiopulmonar básica son medidas que deben ser conocidas por la población general, como garantía de una mejora del estado neurológico y funcional, así como la supervivencia de los pacientes con muerte súbita.
Compresiones torácicas:
Superficie plana y dura
Zona de compresión: 2 dedos por encima de la punta esternal.
Manos entrecruzadas y brazos en extensión.
El masaje se realiza con el talón de la mano, la cual no abandonará nunca la superficie del tórax.
La compresión será perpendicular al esternón, espalda erguida, deprimiéndolo 5 cm aprox.
Relación compresión/descompresión: 1/1.
Frecuencia del masaje: 100 compresiones/minuto.
El masaje cardiaco se debe mantener, sin interrupción, hasta que la víctima recupere el conocimiento o hasta que llegue la asistencia médica.
La app Ariadna móvil permite localizar a través de un mapa colaborativo, el desfibrilador externo automatizado (DEA) más cercano. Además, cualquier persona puede prestar su ayuda subiendo, por geolocalización, la ubicación de los dispositivos DEA en espacios públicos o privados, o bien validando los que ya han sido dados de alta anteriormente por otros usuarios.
Los pacientes que ya han sufrido una muerte súbita tienen un mayor riesgo de padecer otra. Estos pacientes pueden ser tratados con medicamentos antiarrítmicos o un DAI, para detener las arritmias que puedan provocar muerte súbita (prevención secundaria). Es prioritario el tratamiento médico óptimo de la enfermedad cardiaca subyacente, una vez identificada, y corregir las causas reversibles, como alteraciones del potasio, la bradicardia, la isquemia, el espasmo coronario, la trombosis, la fiebre…, que pueden favorecer la aparición de arritmias ventriculares.
Cuando la muerte súbita es debida a un síndrome coronario agudo, la restauración urgente del flujo sanguíneo es la terapia más importante, ya que la isquemia aguda desencadena arritmias, bien con una angioplastia con stent o un bypass coronario, según el alcance y tipo de la lesión.
El deporte y a actividad física son beneficiosos para disminuir los factores de riesgo cardiovascular y mejorar la salud de todas las personas, en cualquier etapa de la vida, tanto sanas como en enfermas.
Los deportes de alta exigencia física y el deporte de competición provocan elevación de la presión arterial, la frecuencia cardiaca y el estrés del corazón, por lo que están asociados con muerte súbita, durante o poco después del ejercicio, en determinadas personas. El fútbol, el ciclismo y el atletismo son los deportes con más incidencia de muerte súbita en España.
El deporte sin control puede ser peligroso, es recomendable seguir el consejo médico, empezar poco a poco y adaptarlo a la condición física de la persona y nunca realizar sobreesfuerzos. El riesgo no lo determina el tipo de deporte, sino la intensidad a la que se realice y la existencia de una patología que pueda derivar en muerte súbita. Si durante un entrenamiento o una competición aparecen palpitaciones, mareo, sensación de falta de aire o de desvanecimiento, hay que cesar la práctica de ejercicio y consultar con el médico. Muchas veces, el primer indicio de riesgo de muerte súbita puede ser la aparición de un síncope o pérdida pasajera del conocimiento mientras se practica deporte.
Dado que hay enfermedades que son silentes y no presentan síntomas, todos los deportistas deberían realizar un reconocimiento médico-deportivo (que incluya electrocardiograma y exploraciones complementarias no invasivas como una prueba de esfuerzo y un ecocardiograma doppler) antes de su incorporación al deporte para detectar enfermedades, patologías o defectos que pongan en peligro su vida o que representen algún tipo de contraindicación absoluta, relativa o temporal para la práctica deportiva, conocer las reacciones físicas y fisiológicas del individuo cuando se le somete a un esfuerzo y así establecer el tipo de ejercicio/deporte recomendable y las pautas más adecuadas para entrenar.
Se deben controlar las sustancias (medicación, suplementos, drogas ilegales o sustancias dopantes) que pueden ocasionar muertes súbitas en el deporte, sobre todo en deportistas aficionados, a veces poco informados, que compran sustancias en lugares poco recomendados.
Recomendaciones
Prevenir la muerte súbita implica llevar un estilo de vida cardiosaludable, evitar el uso de drogas, conocer la importancia de acudir al médico ante la presencia de síntomas como presión arterial elevada, palpitaciones, mareo, sensación de falta de aire o desvanecimientos e identificar y tratar rápidamente la parada cardiaca.
- Acudir a un especialista para el estudio de una posible enfermedad cardiaca hereditaria si hay antecedentes de muerte súbita en la familia o de una patología grave de este tipo en un familiar joven próximo.
- Descansar y dormir bien antes de practicar deporte.
- Evitar tomar sustancias excitantes como cafeína, drogas y/o medicamentos que puedan tener efedrina… Estimula en exceso el sistema cardiovascular y favorecen aparición de arritmias
- Alimentarse bien: ingerir suficientes hidratos de carbono complejos, proteínas y grasas monoinsaturadas como el aceite de oliva extra virgen.
- Hidratación antes, durante y después del ejercicio físico. La falta de hidratación provoca calambres musculares. El corazón es un músculo y la deshidratación puede provocar arritmia o muerte súbita.
- Practicar ejercicio físico manera regular, según su capacidad funcional y siempre siguiendo los consejos de su médico y/o enfermera. Antes del Ejercicio físico:
- Realizar un calentamiento previo y acabar con estiramientos.
- Controlar los cambios de ritmo, es decir, evitar parones o enfriamientos bruscos.
- Controlar la respuesta al ejercicio: presión elevada, aparición de síntomas como mareos, palpitaciones, disnea y dolor precordial.
- Recuperarse entre sesión y sesión de entrenamiento.
- Evitar cambios bruscos de temperatura que provocan arritmias graves.
- Seguir rigurosamente los controles médicos, en especial las personas con riesgo de muerte súbita.
Concepción Fernández
Actualizado junio 2023