La arritmia más frecuente es la fibrilación auricular, arritmia irregular y normalmente rápida, que de no tratarla prontamente puede suponer un riesgo de accidente cerebrovascular de origen embólico.
Afecta al 1-2% de la población española y a > 4% de personas mayores de 40 años, prevalencia que se estima se doblará en los próximos 50 años. Hasta un 7-10% de los pacientes con fibrilación auricular lo desconocen en el momento del diagnóstico.
Durante la fibrilación auricular, las dos cavidades superiores (aurículas) del corazón laten de forma caótica e irregular, sin coordinar con las dos cavidades inferiores (ventrículos) del corazón, a una frecuencia que oscila entre 100 y 175 latidos por minuto. Puede presentarse ocasionalmente (FA paroxística), ser persistente, cuando el ritmo cardiaco no vuelve a la normalidad por sí solo y precisa un choque eléctrico o medicamentos a fin de restaurar el ritmo cardiaco o FA permanente, precisando fármacos que regulen el ritmo y anticoagulantes, para evitar formación de coágulos y prevenir el ictus, principal complicación de la fibrilación auricular.
La fibrilación auricular a veces no tiene causa identificable (FA idiopática), pero normalmente está asociada al envejecimiento, a enfermedades cardiacas (infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, problemas de las válvulas cardiacas, etc.), enfermedades no cardiacas que afectan al corazón (hipertensión arterial, obesidad, enfermedades tiroideas, enfermedades respiratorias, etc.) y al consumo excesivo de alcohol y excitantes (sobre todo, cuando se consume en forma de dosis elevadas puntuales, como ocurre entre los jóvenes en fines de semana).
Los síntomas de la fibrilación auricular generalmente comprenden palpitaciones, dificultad para respirar y debilidad; en ocasiones, sensación de falta de aire (disnea), dolor torácico (angina), mareo o desmayo (pérdida de conocimiento o síncope) y dificultad para hablar con pérdida brusca de la fuerza y sensibilidad y/o visión (ictus o infarto cerebral).
El tratamiento de la fibrilación auricular incluye el tratamiento de los síntomas, mediante control del ritmo (cardioversión eléctrica o farmacológica) o control de frecuencia (fármacos que disminuyen la frecuencia cardiaca como los betabloqueantes) y la prevención del ictus.
Consejos
- Dieta cardiosaludable, como la mediterránea, rica en frutas y verduras.
- Ejercicio físico aeróbico (caminar, nadar o montar en bicicleta de paseo), 20-30 minutos al día, 4-5 días a la semana, e ir aumentando de forma progresiva. Evitar siempre la actividad física después de las comidas o ante temperaturas extremas. Si toma anticoagulantes debe evitar los deportes de contacto o riesgo de traumatismo (por ejemplo, ciclismo de montaña, escalada, etc.).
- Control de la presión arterial y el colesterol; la presión arterial alta, en especial si no está bien controlada con cambios en el estilo de vida o medicamentos, puede aumentar el riesgo de fibrilación auricular.
- Cuida tu peso. Perímetro abdominal 102 cm en varones y 88 cm en mujeres. Las personas obesas tienen un riesgo más alto de desarrollar fibrilación auricular.
- Evitar el consumo de alcohol, puede desencadenar un episodio de fibrilación auricular, sobre todo el consumo de dosis elevadas puntuales, como los jóvenes en fines de semana.
- Reducir el estrés, el estrés intenso y la ira pueden provocar problemas en el ritmo cardiaco.
- No abandonar el tratamiento, en especial el anticoagulante, advertir siempre a cualquier médico de la toma del mismo, no tomar antiinflamatorios Y NO AUTOMEDICARSE.
- Si tienes síntomas “leves” no acudas a Urgencias, consulta a tu a su médico y/o enfermera cuanto antes.
- Si tienes síntomas “importantes” (palpitaciones, desmayo, dificultad para respirar y/o dolor de pecho) acude al servicio de urgencias más próximo o llama al 112.
Contenido elaborado por: Concepción Fernández. Junio 2020.