El alarmante incremento de determinados factores de riesgo como malos hábitos alimentarios y obesidad hace que las enfermedades cardiovasculares continúen siendo la principal causa de mortalidad y morbilidad en España.
La prevención abarca las acciones, complementarias del tratamiento farmacológico, que se adoptan para impedir la aparición de una enfermedad y continúan después de ella y deben mantenerse a lo largo de toda la vida, para frenar el avance de la misma y minimizar sus consecuencias.
La prevención de la enfermedad cardiovascular debe orientarse al abandono de hábitos de vida y factores de riesgo modificables (alimentación, tabaco, sedentarismo, estrés…) que favorecen el aumento de la tensión arterial, el colesterol, la obesidad y la diabetes, siendo imprescindible cambiar conductas de riesgo o no saludables por conductas promotoras de salud, con el fin de eliminar o minimizar el impacto de las enfermedades cardiovasculares y las discapacidades asociadas y favorecer una rápida reincorporación al área laboral y social de la persona con afectación cardiaca.
La prevención, además de mejorar el estilo de vida y reducir el nivel de los factores de riesgo de los pacientes con enfermedad cardiovascular ya establecida y /o riesgo creciente de presentarla, debe animar a las personas sanas de todas las edades a adoptar hábitos de vida saludables.
Si la prevención se hiciera correctamente, podrían evitarse el 90% de los infartos (asociados a factores de riesgo clásicos conocidos y modificables) y hasta un 40% de los cánceres.