La hipertensión pulmonar es una enfermedad crónica y progresiva, de baja prevalencia, pero alto impacto por su elevada mortalidad. Consiste en una presión arterial alta que afecta a las arterias de los pulmones y al lado derecho del corazón. Los vasos sanguíneos de los pulmones se estrechan, bloquean o destruyen y aumenta la presión arterial en las arterias de los pulmones, haciendo que el corazón realice un esfuerzo mayor para poder bombear la sangre a través de los pulmones. Con el tiempo, si se prolonga este esfuerzo, el músculo cardíaco se debilita y falla, el lado derecho del corazón se vuelva más grande y provoca insuficiencia cardiaca del lado derecho del corazón o cor pulmonale.
La hipertensión pulmonar puede aparecer por sí sola, pero normalmente se asocia a una variedad de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, por lo que la prevalencia es mayor en personas mayores de 65 años.
Causas
Se conocen diferentes causas de la hipertensión pulmonar:
- De origen desconocido o “idiopática”, se desconoce la causa que la provoca.
- Hereditaria, causada por un gen que se transmite de padres a hijos.
- Secundaria: asociada a drogas o toxinas, a enfermedades (cardiopatías congénitas, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), enfermedades hepáticas y trastornos relacionados con el tejido conjuntivo, como la esclerodermia o el lupus).
¿Cuáles son sus síntomas?
Es habitual que la hipertensión pulmonar no provoque síntomas en las etapas iniciales y a medida que la enfermedad avanza y el músculo cardiaco se debilita, pueden aparecen los siguientes síntomas:
- Cansancio, fatiga o sensación de falta de aire al realizar ejercicio, actividad diaria u otro esfuerzo. Su intensidad marca el pronóstico de la enfermedad.
- Dolor o presión en el pecho(angina), generalmente durante el esfuerzo y en fases avanzadas, en reposo.
- Mareos o síncope, normalmente al realizar ejercicio.
- Pulso rápido o palpitaciones.
- Hinchazón de los tobillos, las piernas y con el tiempo, en el abdomen (edemas).
- Puede aparecer color azulado en labios y en la piel(cianosis).
- Hemoptisis: en algunos casos el paciente puede referir tos con algo de expectoración con sangre.
¿Cómo se diagnostica?
- Análisis de sangre: puede ayudar a determinar la causa de la hipertensión pulmonar o detectar signos de complicaciones. La valoración del oxígeno arterial ayuda a detectar la necesidad de oxígeno suplementario.
- Radiografía de tórax: permite ver si hay agrandamiento del corazón derecho y comprobar si existen otras afecciones pulmonares que puedan causar hipertensión pulmonar.
- Electrocardiograma: puede revelar signos de agrandamiento o distensión del ventrículo derecho y y detectar arritmias.
- Pruebas de función pulmonar permiten distinguir el tipo de hipertensión, evaluar otras enfermedades determinar la gravedad de la enfermedad.
- Ecocardiograma: permite observar el flujo de sangre por el corazón. Proporciona información completa sobre la morfología del corazón derecho e izquierdo, el funcionamiento de los ventrículos y las anomalías de las válvulas. Además, permite determinar la eficacia de los tratamientos.
- Pruebas como Gammagrafía pulmonar de ventilación/perfusión(trazador radiactivo por vía intravenosa, para visualizar el flujo sanguíneo y el flujo de aire a los pulmones) tomografía computarizada cardiaca (permite observar el tamaño del corazón y cualquier obstrucción en las arterias pulmonares) y/o resonancia magnética( para observar el flujo sanguíneo en las arterias pulmonares y si la cavidad inferior derecha del corazón funciona correctamente), pueden ser necesarias para completar el diagnóstico.
- Cateterismo cardíaco derecho: estándar de oro para diagnosticar y clasificar la Hipertensión pulmonar.
- Pruebas de vasorreactividad: en casos concretos, durante la realización del cateterismo, inyectando fármacos para valorar la respuesta del organismo,
- Pruebas genéticas si antecedentes familiares de hipertensión pulmonar o se han identificado mutación de genes.
Tratamiento
No existe cura para la hipertensión pulmonar. El tratamiento se enfoca al control de los síntomas que pueden ocasionar la enfermedad cardiaca o pulmonar, mediante fármacos específicos, como dilatadores de los vasos sanguíneos, favorecedores del flujo sanguíneo, diuréticos, digital e incluso anticoagulantes (en fases avanzadas mediante infusión continua subcutánea o endovenosa), oxígeno y, en ocasiones, cirugía cardiaca (atrioseptostomía) y trasplante de pulmón y/o cardiopulmonar.
Recomendaciones
- Dieta cardiosaludable, evita comer alimentos con alto contenido en sal. Utilice nuevos condimentos (pimienta, limón, vinagre, ajo, etc.). Evite las cenas copiosas.
- Limita la ingesta de líquidos. ¡No más de 1,5litros al día! (incluye agua, leche, sopas, fruta y todos los líquidos que tome a diario).
- Pésate diariamente. La retención de líquidos puede indicar la presencia e insuficiencia cardiaca. Un aumento rápido de dos o tres kilos en tu peso en una semana, sin haber cometido excesos en la dieta, debes comunicarlo a tu médico y/o enfermera.
- Controla la tensión arterial (< 140/90 mmHg) y pulsaciones todos los días (50 y 100 latidos por minuto). Evita las situaciones que puedan disminuir la presión arterial de manera excesiva, como sentarse en una bañera con agua caliente o en una sauna, o tomar duchas o baños calientes y largos, pueden provocar desmayos o incluso la muerte.
- Antes de iniciar ejercicio físico, consulta con tu médico y/o enfermera para que te indiquen el tipo de ejercicio adecuado para ti. Incluso las formas más leves de actividad podrían ser demasiado agotadoras para algunas personas que tienen hipertensión pulmonar.
- Evita actividades que supongan esfuerzos prolongados, como levantar pesas u objetos que pesen demasiado.
- No fumes, el tabaco afecta a las arterias del corazón y puede agravar tu enfermedad.
- Evita las alturas. La altitud puede empeorar la hipertensión pulmonar. Si vives a una mucha altitud, coméntalo con tu médico, por si es necesario cambiar de vivienda.
- Evita el alcohol y las drogas, aumentan el consumo de oxígeno del corazón y agravará tu estado de salud. Tu corazón está debilitado y aunque el abandono completo del consumo de alcohol puede hacer que el corazón recupere su forma y función normales, la ingesta de nuevo de alcohol, aunque sea en pequeñas cantidades, puede dilatar y debilitar de nuevo muy rápidamente el corazón.
- Descansa lo suficiente. Descansar puede reducir la fatiga relacionada con la hipertensión pulmonar.
- Toma la medicación que tu médico te ha indicado. Evita los antiinflamatorios y los corticoides y en general los comprimidos efervescentes. Algunos medicamentos pueden empeorar la hipertensión pulmonar o interferir en su tratamiento. Si te olvidas de una toma no doblar la dosis en la toma siguiente. NO ABANDONES EL TRATAMIENTO, AUNQUE TE ENCUENTRES BIEN Y NO TE AUTOMEDIQUES.
- Consulta con tu médico antes de quedar embarazada. La hipertensión pulmonar puede causar graves complicaciones a la madre y al feto durante el embarazo. Las píldoras anticonceptivas pueden aumentar el riesgo de que se formen coágulos sanguíneos. Consulta las formas alternativas de anticoncepción.
- Viajar en avión: consulta con tu médico y/o enfermera. Es posible que, según tu estado funcional o la duración del vuelo, necesites oxigeno durante el vuelo. Lleva siempre el último informe médico y pregunta cómo contactar clínicas de hipertensión pulmonar locales en la proximidad del lugar al que viajan.
- Es conveniente vacunarse contra la gripe todos los años y al menos una vez o cada 5 años contra el neumococo.
- Reducir y controlar el estrés
- Comunica a tu médico y/o enfermera cualquier cambio que afecte a tu estado de salud (si tienes algún síntoma nuevo, si los síntomas empeoran o si los medicamentos tienen efectos secundarios).
Contenido elaborado por Concepción Fernández. Diciembre 2022.