El alcohol es una droga que actúa deprimiendo el Sistema Nervioso Central y disminuye las funciones cerebrales, afectando al estado de ánimo y a la capacidad de autocontrol.
El alcohol ingerido se absorbe en el aparato digestivo y pasa a la circulación sanguínea en la que puede permanecer hasta 18 horas, hasta ser eliminado a través del hígado. La ingesta repetida de alcohol y su presencia continua en el organismo produce lesiones graves en el hígado y en el cerebro, como la cirrosis hepática o las encefalopatías y ocasiona alcoholismo o dependencia alcohólica, con deterioro de la salud física o mental de la persona y el incumplimiento de sus responsabilidades familiares, laborales y sociales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el alcoholismo como una patología crónica caracterizada por el consumo recurrente y/o abusivo de alcohol y que cursa con fuertes episodios de intoxicación.
Los efectos de la ingesta de alcohol dependerán:
De la cantidad ingerida (a mayor ingesta de alcohol en menor tiempo, mayor posibilidad de intoxicación). Ingestas elevadas pueden provocar una intoxicación etílica y desencadenar un coma e incluso la muerte.
De cómo se tomen: con alimentos, enlentece la intoxicación, pero no evita ni reduce los daños; en combinación con bebidas carbónicas acelera la intoxicación y tranquilizantes, relajantes musculares y/o analgésicos, potencian los efectos sedantes del alcohol. Con cannabis se incrementan los efectos sedantes de ambas sustancias, con cocaína, se incrementa la toxicidad. Consumir alcohol “en atracón” produce intoxicaciones y desencadenar alteraciones cerebrales irreversibles, sobre todo en los adolescentes.
De las características de cada persona: edad, peso y sexo… En los jóvenes, se afecta más la memoria y el aprendizaje y aumenta el riesgo de alcoholismo y/o abuso en la edad adulta. En los adultos, se acentúa el efecto sedante y la descoordinación motora. A menor masa corporal, mayor efecto nocivo, En las mujeres, menores cantidades pueden generar antes lesiones en los órganos, por ser más pequeños. En el embarazo supone un grave riesgo para el feto.
Riesgos
El consumo de alcohol se asocia a múltiples riesgos para la salud cardiovascular (hipertensión arterial, arritmias cardiacas, miocardiopatía, muerte súbita y accidentes cerebrovasculares), cirrosis hepática, disfunciones sexuales, encefalopatía, deterioro cognitivo, demencia, cáncer…, problemas médicos y sociales, que contrarrestan significativamente cualquier potencial efecto beneficioso.
El consumo de alcohol durante los fines de semana, sobre todo entre los jóvenes, se ha convertido en un problema de salud pública. En España, los adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años de promedio (datos de la Encuesta sobre uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España ESTUDES 2021), ocasionando alteraciones de las relaciones personales, del rendimiento escolar, comportamientos violentos y conductas peligrosas para la salud como prácticas sexuales de riesgo o conducir bajo los efectos del alcohol.
La primera norma es la prohibición expresa de beber, propiciar que participen en actividades positivas, seleccionando aquellas que les gusten y les interesen, y buscar apoyo en programas de prevención que ayuden en la educación en general y en la prevención del consumo de alcohol y otras drogas.
¿Cómo dejar de consumir alcohol?
Reconocer que tienes un problema de alcoholismo que te está causando problemas con la salud, la vida social, la familia o el trabajo es el primer paso.
Pensar en las ventajas y desventajas del consumo del alcohol puede motivarte a dejarlo.
Pide ayuda a un profesional sanitario (terapeuta, médico, enfermera, psiquiatra...) si no te ves capaz de conseguirlo solo. Los grupos de apoyo o programas de rehabilitación para alcohólicos asesoran y apoyan en el cese del consumo de alcohol y brinda espacios para el contacto con otras personas que tienen problemas con el alcohol.
Recomendaciones
- Evita ambiente, hábitos, actividades sociales asociados a consumo de alcohol y cámbialos por espacios libres de alcohol. Aléjate a las personas con las que tomas bebidas alcohólicas.
- Elimina todo el alcohol que tengas en la casa.
- Identifica situaciones o emociones que desencadenan tus ganas de beber y planifica actividades que no impliquen beber. Prioriza actividades de cuidado personal, como el ejercicio físico, el yoga o la terapia.
- Dormir lo suficiente, comer equilibradamente y gestionar el estrés de forma saludable resultan fundamentales para conseguir dejar de beber.
- Busca apoyo en la familia o amigos en los que puedas confiar cuando tengas ganas de beber.
- Piensa en la manera amable pero firme para negarte a beber cuando te ofrezcan un trago.
Concepción Fernández
Actualizado junio 2023